Imagina dos enormes cocos unidos que evocan unas sensuales caderas femeninas, una semilla gigante y tan misteriosa que durante siglos fascinó a reyes, exploradores y botánicos de todo el mundo. Ese tesoro natural es el coco de mer (Lodoicea maldivica), la semilla más grande, rara y simbólica del planeta.
El coco de mer está considerado el emblema más icónico de Seychelles y sigue despertando deseo, curiosidad y admiración en todo el mundo.
Coco de Mer ¿Por qué es tan especial?
En primer lugar, el coco de mer no se parece a nada que hayas visto: es la semilla con más tamaño y pesada del reino vegetal, un auténtico prodigio de la naturaleza. Pesa hasta 25–30 kg y puede alcanzar hasta 50 cm de diámetro.
Solo crece de forma natural en dos recónditas islas: Praslin y Curieuse, en el archipiélago de Seychelles. Allí se alzan palmeras que pueden alcanzar hasta 30 metros de altura, con hojas espectaculares que pueden medir de 7 a 10 metros de largo.
Además, el coco de mer tiene palmeras masculinas y femeninas. Los machos lucen inflorescencias colgantes de casi un metro, mientras que las hembras dan la famosa “semilla doble”. Ambos, macho y hembra, son muy insinuantes, por lo que han despertado guiños, historias y sonrisas durante generaciones.




La espera hasta que llega el fruto también es épica: el coco de mer tarda entre 6 y 7 años en madurar en el árbol. Tras caer al suelo, la semilla puede necesitar hasta 2 años para germinar y necesita de 25 a 30 años para dar su primer fruto. Por eso, su capacidad de dispersión por mar es limitada y su distribución natural sigue siendo extremadamente reducida.
Descubre más sobre este increíble archipiélago en Qué ver y qué hacer en Seychelles
Historia del Coco de Mer
Durante siglos, el coco de mer fue el gran misterio del océano Índico. Marineros y comerciantes encontraban aquellas enormes semillas flotando en alta mar, como tesoros naufragados sin explicación. Su tamaño era descomunal, su forma sugerente y nadie sabía de dónde venían.
No tardaron en surgir leyendas: que crecían en bosques submarinos, que eran regalos de reinos ocultos bajo el agua o incluso que poseían propiedades mágicas. Durante generaciones, estos “cocos del mar” alimentaron la imaginación de medio mundo.
El enigma se resolvió en 1768, cuando exploradores franceses llegaron a dos pequeñas islas del archipiélago de Seychelles, Praslin y Curieuse, y descubrieron allí las imponentes palmeras que producían las famosas semillas. Así se supo que aquel fruto misterioso no brotaba del fondo del mar, sino de un rincón remoto y exuberante del planeta.
Aun así, el nombre científico Lodoicea maldivica conserva la confusión histórica: las semillas aparecían tanto en las Maldivas que se creyó durante mucho tiempo que provenían de allí.

Una vez revelado el origen, el coco de mer no perdió ni un ápice de su aura exótica. Al contrario, se convirtió en una pieza codiciada por nobles, botánicos y coleccionistas europeos, que lo lucían como símbolo de lujo y rareza.
De mito marino pasó a icono tropical, y hoy sigue siendo uno de los grandes tesoros naturales de Seychelles. Por eso, sus bosques están protegidos con sumo cuidado: cada semilla está registrada, vigilada y tratada como lo que es, una joya viva que no podemos permitirnos perder.
¿Dónde nace el coco de mer?
Solo nace en las islas Seychelles, concretamente en Praslin y la isla Curieuse.
En Praslin se encuentra el mayor y más auténtico bosque de coco de mer del planeta, el legendario Vallée de Mai, un santuario natural tan primitivo como irresistible. Este rincón de Seychelles, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, parece sacado directamente de Jurassic Park. Es un valle intacto donde el coco de mer crece en libertad absoluta, natural y salvaje, tal y como lo ha hecho durante miles de años.

Nos impresionó muchísimo recorrer este lugar, los senderos se adentran en un bosque sombrío y fresco, protegido por un dosel de palmeras gigantes que sobrepasan los 30 metros de altura, creando una atmósfera cinematográfica, casi irreal, donde cuelgan los famosos cocos dobles que han alimentado mitos durante siglos.
Algunos frutos tienen formas tan perfectas y voluptuosas que parecen esculturas de Botero suspendidas en la selva, recordándote por qué este lugar es uno de los más icónicos y más fotogénicos de todo Seychelles y me atrevería a decir del mundo.
Además la luz es realmente espectacular:


Y aunque Vallée de Mai es el corazón más icónico de esta especie, no es el único rincón donde el coco de mer crece de forma natural. En Praslin también podéis visitar Fond Ferdinand, una reserva más tranquila y menos visitada, donde encontraréis ejemplares salvajes en un entorno también espectacular y con vistas increíbles desde lo alto del sendero.
Además, la vecina isla Curieuse conserva otra pequeña población natural de coco de mer, un tesoro botánico que convive con playas de postal y tortugas gigantes. Tres lugares distintos, un mismo símbolo natural que hace de Seychelles un destino verdaderamente único.
Cómo llegar hasta el coco de mer
De Praslin desde Mahé
Una de las formas más rápidas de viajar entre Mahé y Praslin es en avión. Si buscas ahorrar tiempo y disfrutar de vistas aéreas increíbles, este es tu transporte ideal en Seychelles: ambas islas cuentan con aeropuerto y están conectadas por vuelos regulares de Air Seychelles que apenas duran unos 15 minutos. Un salto, un parpadeo… y ya estás en Praslin.
Si prefieres ir por mar, los ferries de Cat Cocos conectan Mahé con Praslin y La Digue varias veces al día. Es la opción más popular para moverse entre las islas principales y, con buen tiempo, el trayecto también es una experiencia en sí misma.
Y para los que vais justos de tiempo, existe también la posibilidad de hacer una Excursión de un día desde Mahé a Praslin. Visitas el Vallée de Mai, disfrutas de Anse Lazio o Anse Georgette y vuelves al atardecer con la sensación de haber descubierto un pequeño paraíso. ¿Plan redondo? Sin duda.
Isla Curieuse
Desde Praslin, además, tienes muy fácil llegar a la isla Curieuse. Numerosas embarcaciones salen cada día desde la playa Côte d’Or y, en apenas unos minutos, llegas a un escenario de postal entre tortugas gigantes.
Si necesitas más información sobre transporte en las islas Seychelles os dejamos este artículo: Transporte en Seychelles: Cómo moverse entre islas y dentro de ellas.
Una vez en Praslin: cómo visitar el Vallée de Mai
Desde el muelle o el aeropuerto estás a solo 15-20 minutos del Valle de Mai.
- Taxi: lo más rápido y cómodo (300-400 SCR, unos 17-23 €).
- Bus público: la línea SPTC Baie Sainte Anne ↔ Grand Anse pasa justo por la entrada varias veces por hora (cada 20-40 min, más frecuente por la mañana).
- Coche de alquiler : carretera súper señalizada y parking gratuito dentro del recinto.
- Si lo prefieres también puedes reservar esta excursión de un día a la playa de Anse Lazio y el Vallée de Mai.
Horario: todos los días 8:30 – 16:30 (solo cierra 25 dic. y 1 ene.).
Entrada: 450 SCR (≈ 25 € al cambio actual), niños hasta 12 años gratis. Pago en efectivo o tarjeta.
Dentro tienes tres senderos circulares de 1 a 4 km. La ruta intermedia se hace en 1,5-2 horas, parando a hacer fotografías y a contemplar tranquilamente el paisaje y los cocos de mer. Puedes ir 100 % por libre, te dan un mapa y checklist gratis, o contratar guía local en la puerta (500-800 SCR, unos 28-45 € aprox. por grupo).
Consejo: entra a las 8:30-9:00. A esa hora tienes el bosque casi vacío y la luz es mágica. Lleva agua, protector solar, repelente y zapato cerrado y cómodo. Dentro hay cafetería, tienda y baños.
¿Te animas a descubrir la semilla más sensual del planeta? Praslin y su coco de mer te están esperando. Déjanos tu experiencia o tus dudas en los comentarios al final de la página.
Perder el Rumbo. Coco de Mer, la semilla más sexy del planeta.
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